¿Dejarse llevar por las emociones nos hace seres menos racionales?

Las personas mas inteligentes no hacen de lado las emociones propias. Lo que hacen es tenerlas siempre presentes, regularlas y usarlas a su favor.

¿Ser más racional que emocional significa que tomare las mejores decisiones? ¿o al revés?

Comúnmente como seres humanos, asumimos que hay personas mas racionales y otras mas emocionales. Damos casi por hecho que quienes toman decisiones más meditadas y objetivas, eliminan de sus mecanismos cognitivos la parte emocional. Ahora, ¿Hasta dónde es esto cierto? ¿Son más exitosos y felices quienes eliminan la variable “emoción” de su vida?
La respuesta es, no. El miedo, la angustia, el dolor, el amor… el ser humano es una criatura emocional que razona, por lo que resulta imposible eliminar este factor de todo comportamiento, decisión y conducta. Si no estuviéramos dotados de sentimientos no existiría la medicina o la justicia.
No es posible entender y resolver algún problema solo con la razón, lo que sentimos nos conecta primero con nosotros mismos, con nuestro cuerpo y necesidades; después, con todo lo que nos rodea.

A partir de este punto, ahora nos cuestionamos ¿Qué pasa si solo nos dejamos llevar por nuestras emociones?
Se nos ha hecho creer durante mucho tiempo que las emociones son del corazón y el corazón es lo opuesto a lo cerebral, a lo racional. René Descartes, quien con su famosa frase «pienso, luego existo», dio paso a una etapa en la filosofía en que la razón y el pensamiento ilustrado entendían las emociones como algo irracional.

Estas perspectivas hacen que muchas personas asuman que hay algo erróneo en ellas. Ser más intenso, experimentar cada estímulo, experiencia y circunstancia a mayor volumen emocional, provoca que se sientan distintos.

La conciencia emocional como ventaja.

Puede darse el caso de que quien se deja llevar más por las emociones, se deba a que posee una mayor conciencia emocional. Esta dimensión hace referencia a la capacidad para conectar con los propios sentimientos y los de los demás. Implica, a su vez, diferenciarlos, entender qué mensaje nos transmite cada sensación, cada estado emocional para actuar después en consecuencia.

Una investigación del Instituto Laureate para la Investigación del Cerebro de Tulsa, Estados Unidos, señala algo interesante. Las personas con mayor conciencia emocional evidencian un enfoque mental más reflexivo. Emoción
y razón, en este caso, trabajan en armonía para nuestro beneficio y esto es una gran ventaja.

Por ello, aunque nos sorprenda, el hecho de priorizar la emoción y tomar contacto con ella para manejarla es una respuesta inteligente y de gran valor. El acto o la respuesta racional no existe si antes no hemos atendido, regulado y canalizado cada emoción sentida.

Debemos reformular la idea de que actuar de manera emocional es ser irracional porque buena parte de nuestra conducta está condicionada por nuestras emociones: la compasión, el afecto, la empatía y hasta evitar riesgos al sentir el pinchazo del miedo. Las emociones también son lógicas y hasta racionales.